La cantante peruana, en plenitud de sus 50
años artísticos, se da un tiempo para hablarnos de su experiencia con el
cáncer de mama, enfermedad de la que ha salido airosa hace ya tres años. Este
es su testimonio.
La sencillez y la sensibilidad de Tania Libertad son
indiscutibles. Después de intercambiar un par de mensajes escritos para hablar de su experiencia con el cáncer de seno, diagnosticado hace tres
años, convenimos realizar este diálogo. Sin embargo, un imprevisto hace que la
entrevista pactada para una determinada fecha no se realiza, pero días después, su agente me
sorprende con una llamada nocturna para avisarme que la cantante peruana, que
radica en México hace más de 20 años, me atenderá al día siguiente, a las 11 de
la mañana. Y así sucede. Una amable, serena y simpática Tania, nuestra eterna
cantora de “La contamanina”, está al
otro lado de la línea, en México, contando su experiencia con el cáncer de mama.
Uno nunca espera ni se imagina tener
cáncer, salvo que haya antecedentes en la familia. ¿Te sorprendió que te
ocurriera?
Sí me sorprendió porque no tenía antecedentes familiares.
Lo mío fue algo inesperado porque nunca tuve ninguna “bolita” ni
me dolió nada. Por supuesto que me hacía mis exámenes todos los años, y la
suerte que tuve es que fue detectado a tiempo; no llegó a ser un tumor. Fue carcinoma in situ. Pero, de todos
modos, estaba todo el seno invadido de células
cancerosas.
Dices que te chequeabas todos los
años, ¿el último año que te hiciste la
mamografía no hubo nada?
No. Apareció recién en el 2010. Hay la teoría de que
fueron las hormonas que me dieron para la menopausia. Primero me dieron unas
hormonas que eran más cargadas de testosterona, y entonces la voz me empezó a
cambiar. Yo podía dar algunos agudos, algunos graves, pero en el rango medio se
empezaba a quebrar. Me empecé a preocupar mucho por eso. Cuando voy a un
especialista en hormonas, me dijo: “se te va ir deteriorando la voz porque te
están dando hormonas masculinas”. Entonces me cambiaron a progesterona en gel y
la voz me regresó. En un mes ya tenía la voz como antes. Seguí poniéndome la
progesterona, pero nadie me explicó que la progesterona es uno de los mejores
conductores de las células cancerosas.
Se habla muy abiertamente de que las terapias de reemplazo hormonal se asocian con el desarrollo del cáncer de mama, ¿no te
explicaron eso?
No, nunca. Y tendrían que haberme hecho algunos exámenes
porque resultó que mi cuerpo es altamente receptivo de progesterona.
¿Cuánto tiempo estuviste con la hormona?
Como dos o tres años, hasta que apareció el cáncer en una
de mis mamografías. En principio se pensó que solo era en el cuadrante bajo del
seno izquierdo, y me hacen una operación en octubre del 2010. Un mes y medio
después voy con un cirujano plástico y
le digo si hay manera de arreglar esa cicatriz. Me dijo que sí, pero “yo quisiera trabajar eso con un
oncólogo debido a tus antecedentes de cáncer”. Entonces me mandan a hacer otra
vez la mamografía y ahí aparece que mi seno estaba invadido de cáncer; había
habido un error en el examen anterior. Eso fue a finales de noviembre del 2010.
Entonces le dije al doctor: “¿Tengo chance de por lo menos pasar la navidad y
el año nuevo con mi familia?”. Además, en enero tenía dos conciertos en Perú, y
le dije, “regresando me interno y me opero”. Y así fue, me quitaron todo el
seno.
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Ah, ¿finalmente te hicieron mastectomía?
Sí, me quitaron el seno, y ahí mismo me pusieron
implante. Por suerte no perdí el pezón.
¿Supongo eso ha tenido menos impacto en ti
porque no te has visto mutilada?
Si, tampoco me han
tenido que dar quimios ni radiaciones.
Ahora cada seis meses me hago mis exámenes, y ya no me pongo ninguna hormona.
¿No te afectó que te dijeran que te iban quitar el seno?
No, yo nunca tuve un sentido de pérdida. A mí no me
molestó perder el seno, de ninguna manera. En esos asuntos soy cero vanidosa.
Si me puse la prótesis fue porque el doctor me aconsejó.
¿Y qué tal la prótesis?
Es una prótesis pequeñita. A mí nunca me gustaron
los senos grandes, y antes que el doctor me pusiera la prótesis pequeña le hice firmar diciéndole “tú eres capaz de
ponerme otra” (ríe). Y, sí, me puso una
pequeñita. “Y si más adelante quieres cambiarte la otra, también te lo podemos
hacer”, me dijo. Y no lo he hecho porque no es mi estilo. Yo soy una cantante, y la
gente cuando va a verme, va escucharme,
no va a ver cómo voy vestida, si tengo los senos grandes o chiquitos, si estoy
gorda o flaca. Ese tipo de vanidades hace tiempo que lo superé. Yo soy una
gente, que aunque tengo 61 años, tengo
la energía y la fortaleza de alguien de 40.
¿Y tomas pastillas para controlar el
cáncer? La mayoría de pacientes lo hacen de manera diaria, por cinco o siete
años.
Me quisieron dar unos bloqueadores de estrógenos, pero
estos bloqueadores me iban a producir el mismo efecto que la testosterona, me
iba a volver a poner la voz como gruesa,
y le dije al doctor que no iba a tomar ninguna pastilla bloqueadora, que lo que
yo iba a hacer es chequearme
constantemente para que no apareciera en el otro seno.
Hablamos de lo nocivo que resultó para ti
la terapia de reemplazo hormonal para combatir las molestias de la menopausia. ¿Los síntomas de
tu menopausia eran inmanejables como para haberte sometido a ese tratamiento?
Fue manejable hasta cierto punto, porque la mayor parte
de mi menopausia me la pasé sin tomar nada, sin ponerme ninguna hormona, pero
un día amanecí “planchada”, no me quería parar de la cama; tenía una depresión
terrible, no tenía ganas de cantar, no tenía ganas de hacer nada, y ahí me
preocupó. Una amiga bailarina me comentó que le había pasado lo mismo, me dijo “seguramente
estás en cero hormonas”. Es ahí cuando voy al doctor, me hacen los exámenes y,
efectivamente, estaba en cero hormonas. Es por eso que me empiezan a dar estas pastillas, que se llaman Livial, que
es las que tienen más testosterona. Y es ahí que me empieza a dar ataques de
angustia, ataques de pánico, depresiones, y encima me empieza a cambiar la voz.
La primera vez que me puse hormonas empecé a engordar, y mi trabajo iba a ser pesado, y decidí no
tomarlas, y es entonces cuando me quedo en cero hormonas, y me cayó la
depresión. Viví unos años muy terribles, muy difíciles. Por suerte lo sobrellevé
sola, no quise involucrar ni a marido ni a mi hijo. Trataba de aparentar que
estaba bien, que no me pasaba nada. Yo soy una mujer más o menos fuerte, y no quería
malograrles la vida a ellos, que dependieran de mi mal humor o lo que fuera. Si
había que salir, salía aunque a mí no me diera ganas. Quería salir corriendo,
pero me la tragaba. Disimulaba.
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La artista cuando lució subida de peso.
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¿Emocionalmente tu vida estaba destrozada?
La verdad, sí.
¿Pero ellos si supieron del cáncer?
Ah, claro, ellos dos me llevaron al hospital. Es más, mi
marido fue el primero en enterarse, pero como a él a veces le da flojera
levantar el teléfono, lo puso en speaker,
y era el doctor. Primero quería
decírselo a él, pero yo estaba al lado de él, y me enteré involuntariamente.
¿Cómo reaccionaste?
Fue un golpe duro. Lloré, grité, pero solo un minuto,
después dije: “no hay nada que hacer, hay que ponerse manos a la obra”. Esto fue un diez de octubre del 2010, ese día Juan Diego
Flores cantaba aquí en México, fui a verlo para relajarme, y al día siguiente
me fui a las siete de la mañana al hospital para que me operen.
¿Esto te llevó a cancelar tus conciertos?
No. A los dos días seguí con mi vida normal.
¿Ah, es por eso que tu corista, en pleno
concierto, pide aplausos para ti por estar catando a pesar de lo que te estaba
pasando?
Yo no quería que se enteraran, yo no soy una gente que
usa los medios para cosas personales, no
me gusta, pero la corista, que estaba muy emocionada que ya me habían operado
y que había salido todo bien, lo dijo y la gente se enteró así.
Pero fue muy bueno que destacara tu fortaleza
porque muchas mujeres cuando tienen cáncer sienten que la vida se les acaba.
Efectivamente. Esta es una enfermedad que si te la
detectan a tiempo puedes librarla y seguir tu vida con toda normalidad. De esto ya han pasado tres años, y han sido
los tres mejores años en mi carrera artística porque me han pasado cosas
lindas.
Eso mismo suele pasar a la mayoría de
mujeres que han tenido cáncer, dicen que la enfermedad les trajo bendiciones y
que sus vidas cambian para bien después de esa experiencia.
Así es. Llega un punto en la vida de cada ser humano
que dices “ya tengo tantos años, ya hice
muchas cosas, la vida ha sido generosa conmigo, tengo que relajarme y si tuve
una mala relación con alguien buscar la forma de componer eso”. Como que ya vas
de salida, y quieres vivir el resto de tu vida en paz y eso es lo que sigo
haciendo. Estoy muy tranquila, la estoy pasando muy bien, mi familia está bien,
soy más precavida. Estoy tomando precauciones si en algún otro momento me
sucede algo.
¿Qué tipo de precauciones?
Dejar las cosas en orden por si algo me sucede (ríe),
porque uno no solamente se puede morir de cáncer, te puedes morir en un
accidente, cosa que antes no te ponías a pensar.
¿Ya estás adelantado testamento?
(ríe) No, el
testamento ya lo tenía hace rato, mi
marido y yo somos muy organizados con eso.
¿Y pensaste realmente que te morirías con
el cáncer?
No, nunca se me cruzó por la cabeza que me iba morir, no
quise meterme en ese rollo.
El
riesgo de tener cáncer de seno aumenta con la edad. Desde tu propia
experiencia ¿quisieras decirle algo a las señoras de tu generación?
Hay que prevenir. Y el cáncer no solamente da a las mujeres a partir de los 50, como
dicen, Yo tuve la oportunidad de conocer a Soraya, una cantante colombiana, y de cantar con ella un par de años antes de que falleciera. Ella
era una mujer hermosa, una mujer joven,
buena cantante, y me dolió muchísimo que se muriera. Dije “porqué, si tenía
todo por adelante: belleza, talento, juventud”. Conozco la vida de muchas
gentes que les ha dado a los veinticinco, treinta años. Entonces, la prevención tiene que empezar desde temprano.
Hay que hacerse la mamografía, uno nunca sabe, sobre todo si en la familia ha
habido casos.
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La canción "Gracias a la vida" es hoy casi su propio himno
de gratitud.
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¿Supongo que la canción “Gracias a la vida”, que la cantas
desde siempre, ahora es más tuya que nunca?
Esa canción ya no sale nunca más de mi repertorio porque
la vida me ha dado muchas cosas, pero sobre todo una segunda oportunidad para
tener un segundo aire, no como cantante, porque como cantante he tenido muchos
renacimientos, sino esta oportunidad que me dio la vida de seguir disfrutando
de mi familia, de mis amigos; de seguir regresando al Perú, que era algo que
también me dolía mucho por la falta de reconocimiento allá, pero ahora estoy
fascinada que la gente ya conozca mi trabajo, y sepa qué es lo que estoy
haciendo.
Más allá de “La contamanina”, que es la
canción emblemática y eterna con la que te recordamos...
Si pues (ríe). Yo de repente iba a cantar a otros países,
a Europa, a Australia, y a todos lados,
y la gente lo único que pedía era “La contamanina”. Pero yo he hecho trabajos
importantes aquí en México. Yo impuse el cajón aquí. Así como Paco de Lucia
introdujo el cajón a España, yo introduje el cajón aquí en México. Yo era la
única que cantó con cajón aquí, y formé muchos cajoneros. Toda la generación de
cajoneros a partir del año ochenta, en
que traje el cajón a México, han sido
formados por quienes yo formé.
Tania, ¿y seguirás cantando toda la vida?
Ahora estoy cantando mejor que nunca, y mejor que antes, imagínate
esa bendición. Yo empecé cantando muy chiquita, son más de 50 años cantando, y que la garganta me haya
durado y siga teniendo la voz intacta, es una bendición realmente. Es para seguir agradeciéndole a la vida.
¿Cuando vienes a Perú?
No sé, no me han llamado para contratarme (ríe).
(Por:
Dione Blas)
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